Dos parábolas en una. (En Ver Adjunto puedes leer el texto Evangelio).
La primero nos enseña:
-Que el sembrar supone siempre un esfuerzo. No es un esfuerzo gigantesco. No. Es el esfuerzo diario de hacer las cosas que hay que hacer pero hacerlas bien. Y con una actitud: cuidado, compasión, respeto.
-A tener una actitud de confianza. No todo depende solo de mí.
De paciencia histórica. Que no es dejadez sino esperanza confiada y comprometida.
-A descubrir que el roble duerme en la bellota. Que la vida es más y mayor. Que el Reino de Dios iniciado por Jesús ya está en marcha. Que las semillas de su mensaje y de su vida siguen y seguirán dando fruto.
La segunda:
-Nos recuerda el valor de lo pequeño. Una invitación a sembrar pequeñas semillas de nueva humanidad.
-Que no tenemos que huir de los conflictos, problemas y luchas de nuestra de nuestra historia y nuestra sociedad.
Pues aunque sean fragmentarios nuestros gestos de solidaridad, de lucha por la justicia, de opción por los pobres, de amor compasivo… un día u otro aquí o allá fructificarán.
Porque “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.