El domingo pasado Jesús Resucitado se puso en medio de los discípulos y les ofreció, les dio la paz. (¿lo recordáis, ¡no?). “Paz a vosotros”
La paz es uno de los frutos de la Pascua.
Hoy, (en el evangelio escuchado), descubrimos otro fruto de la Pascua. Esta vez doble: La proximidad y la comensalidad.
Proximidad, porque Jesús al presentarse Resucitado nos ofrece cercanía, apoyo y cuidado.
Cuando nos fiamos solo de nuestras propias fuerzas, Cuando solo buscamos el rendimiento a cualquier precio, Cuando en nuestras comunidades Jesús y su Evangelio no están en medio….
...Entonces es de noche y no cogemos nada.
Pero cuando escuchamos y nos fiamos de su Palabra la pesca es abundante y comienza a amanecer.
En Jesús Dios se nos manifiesta como próximo y cercano.
Se nos manifiesta en las tareas cotidianas, en el día a día, en lo próximo y cotidiano. (“Me voy a pescar. Vamos también nosotros contigo”).
Y … en lo cotidiano… se revela lo admirable. (“¡Es el Señor!”)
Además, la proximidad tiene relación con la ternura y con el cuidado. Acompañar y cuidar son expresiones de la proximidad. (“Venid, almorzad”, “Si no habéis cogido nada, echad la red de nuevo y encontrareis”)
La presencia de Dios, nos da amparo. Dios no nos deja desamparados. La proximidad nos salva.
A través del diálogo (o podemos poner oración) se crea esa proximidad. Entre Dios y nosotros; y nosotros y Dios.
(Los discípulos y Jesús hablan todo el rato.
Comensalidad.
Que es comer juntos, compartir la misma mesa.
Comer juntos el pan nos hace compañeros. Com-pañero (como sabes) viene de cum-panis= Con pan o compartiendo el pan.
La comensalidad de mesa, supone un servicio previo (“Al saltar a tierra ven preparadas unas brasas con un pez sobre ellas; y pan”).
Alguien se adelanta para preparar y servir.
Y supone también la aportación de todos (“Traed alguno de los peces que acabáis de pescar”). Cada cual aporta lo que puede.
Una mesa, donde el grupo, la comunidad reunida, se siente animada con la invitación de Jesús: “Venid; almorzad”.
Y donde en ella se comparte pan, palabra, diálogo, creencias, pero… también dudas: “Ninguno de los discípulo se atrevía a preguntarle quien era….”.
La comensalidad genera una comunidad –iglesia- donde caben todos. (“Una red llena de peces, 153. Que a pesar de ser tantos no se rompe.)
En contra del banquete de los puros o de las personas exclusivas invitadas; aquí caben todos. (todos, todos, todos…Papa Francisco en Lisboa JMJ)
La comensalidad es expresión de armonía, de encuentro, de espacio donde nadie pasa necesidad.
La comensalidad nos hace mirar a los lados.
Jesús, Dios se presenta –dice el evangelio de hoy—en la orilla. Pero los discípulos al principio no sabían que era Jesús.
Mirando a los que están en la orilla terminaremos descubriendo ahí y en ellos a Dios.
La comensalidad donde Dios se sienta a la mesa con nosotros y –rompiendo todo protocolo—“se acerca, toma el pan y se lo da. y lo mismo el pescado”
Es el momento, en que se les abren los ojos y … ven más. Descubren la presencia de Jesús, como el resucitado.
Es el momento cumbre.
Lo reconocieron -dirá también el relato de los discípulos de Emaus- EN LA FRACCIÓN DEL PAN.
Dos frutos de la Pascua (la proximidad y la comensalidad). Que al comerlos una y otra vez nos hacen ser y vivir de manera nueva. Resucitada.
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La hoja de La Palabra con la que hemos compartido la sesión de la Palabra de esta semana. (En Ver adjuntos)
Durante este tiempo de Pascua estás invitado/a a la sesión de La Palabra. Donde conocer, gustar y compartir el evangelio de Jesús.