Desde Evang 11 julio2021
- 11 de Julio de 2021
“Llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos… Y ellos salieron a predicar la conversión, echaban demonios y curaban a muchos enfermos…”
Desde aquellos Doce hasta nosotros hoy y aquí ha pasado mucho tiempo. Más de dos mil años como en una carrera de relevos donde hombres y mujeres creyentes de todos los tiempos y lugares nos ha ido pasando el testigo. De generación en generación.
En esa carrera muchas personas han ido traspasando su fe profunda, viva y posible.
Son los testigos. Una enorme cadena de testigos que nos me han, que nos han, comunicado el encargo de Jesús el Señor.
Hoy gracias a todos esos testigos.
El testigo lo es por dos caminos:
Por una parte: con sus palabras, lo que cuenta de su vida y de su fe.
La palabra es importante para relatar la fe. Saber dar razón de mi fe y de mi esperanza.
No en vano Jesús es la Palabra. La Palabra (con mayúscula) con la que Dios habló al mundo.
Y por otra: (quizás aun más importante). La vida. El testimonio de vida.
Hay gente que por lo que hace, por cómo ama, por su forma de acoger, de esperar, de plantar cara a las dificultades, de afrontar el sufrimiento, de transmitir certidumbres (aún en lo incierto de la vida), de hacerse prójimo de los otros,…… transmite a Dios. Transmite aquello que cree.
Y ahora nosotras y nosotros. Como creyentes de hoy… ahora es nuestro turno. Ahora es nuestro tiempo para ser anunciadores de la Buena noticia de Jesús.
Los anteriores testigos nos animan, nos jalean con sus gritos de ánimo, nos empujan con su testimonio de vida….
Y los siguientes esperan: una palabra, una buena noticia, unos valores para vivir con sentido, una experiencia de fe….
Pero si no sientes esa tensión, al menos quédate con esta frase del jesuita, Pedro Arrupe, cuando dijo:
“No me resigno a que, cuando yo muera, siga el mundo como si yo no hubiera vivido”
“Ellos salieron
-a predicar
y -echaban demonios y curaban a muchos enfermos”