Y la gente llegaba a donde Juan que estaba bautizando y proclamando un mensaje. Un mensaje de conversión.
“Convertíos, porque está llegando el Reino de los cielos”-decía
Convertirse es cambiar de mentalidad.
Es ese gesto (que recordamos) del Hijo pródigo que se da la vuelta y dice: “Volveré donde mi padre….” . Y.. cambia de dirección.
Llegan hombre y mujeres de todos los lugares (“gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán”).
Quizás algunos llegaban movidos por la curiosidad, pero la mayoría buscaba cambiar de vida, dar un sentido mayor y mejor a su vivir, abrirse a una esperanza que sueña y anhela, … con esa inquietud del corazón que se abre al más allá, …que abre a Dios.
Cansados de lo negativo, opresor y deprimente de su sociedad…sueñan y quieren un mundo mejor
Y quieren comenzar convirtiéndose y cambiando ellos mismos. Quieren tejer relaciones nuevas y auténticas.
Por eso, llegan y se dejaban empapar con el agua y el mensaje de Juan, el Bautista. Desean sumergirse en Dios.
…..
El anhelo y el deseo de aquellos es universal. Ahora vamos a cambiar el foco y vamos a mirar a nuestra propia vida, a nuestras relaciones, a nuestro yo en esta sociedad.
Y experimenta las ganas de ponerte en camino, de dar pasos de conversión. De dejarte empapar.
(Es el lema que hemos puesto este domingo)
Dejarse empapar es vivir la vida de forma permeable. Como una esponja.
Donde me afectan las cosas que ocurren.
Donde el dolor y el sufrimiento de los otros me llega hasta dentro.
Donde la guerra y la injusticia y la violación de los DDHH no se me hacen indiferentes.
Ser permeable es también vivir empapado de confianza en mí mismo, en los demás y en Dios.
Y para ello, --me doy cuenta, --debo cambiar, --tengo que arrepentirme y convertirme de todo aquello que me hace duro, impermeable y frio.
Quizás debo cambiar de camino, o corregir un poco el rumbo de mi vida y de mi actuar.
Hay que volver y volverse (eso es convertirse)
1- Al desierto. (“Juan en el desierto de Judea”) Es decir a momentos de silencio, oración, al darme cuenta del hoy y el aquí de mí.
2- Hay que volverse a un estilo de vida más sencillo, austero, más respetuoso con el medio ambiente. (“Juan iba vestido con de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre”)
3- Y hay que dar pasos concretos (dice que la gente acudía…) No vale solo las buenas intenciones o propósitos, hay que dar pasos, hay que dar los frutos que pide la conversión. Convertirse no es solo hacer lo que se dice, sino SER lo que se dice.
Y así, podremos oír y escuchar el mensaje que está detrás del mensaje y de la actuación del profeta:
“Yo os bautizo con agua en señal de conversión, pero el que viene detrás de mí puede más que yo… él os bautizará con Espíritu santo y fuego.”
Y, por último, ahora no te escudes, no te eches atrás diciendo:“bueno… si yo ya estoy preparado, si ya me sé esto….
No te pase como aquellos (fariseos y saduceos) … a los que Juan les tuvo que decir: “No os hagáis ilusiones pensando “Abrahán es nuestro padre”, porque Dios puede hacer hijos de Abran de estas piedras…
Déjate empapar por el Dios que viene, el Dios-con-nosotros. El Dios de la Navidad.