1.- Nos gusta tenerlo todo bajo control. La salud, las relaciones, el futuro, la vida.
Y lo queremos controlar todo por miedo. Miedo a lo desconocido. Miedo a que las cosas nos superen. Miedo a que se nos rompa nuestra seguridad. Miedo al fracaso, al qué dirán, a la incertidumbre….
Pero también –sabemos por propia experiencia- que no todo depende, ni puede depender, de nuestro control y de nuestras fuerzas o decisiones.
2.- Digo esto porque hoy el Evangelio nos invita y nos pide que nos dejemos sorprender. Aunque al principio no entendamos lo que pasa y lo que Dios o la vida nos deparan.
Dejarse sorprender conlleva una dosis muy grande de confianza.
Confianza en Dios.
El creyente de todos los tiempo le ha rezado y confiado en Dios con el salmo 22:
“El Señor es mi pastor nada me falta.
En verdes praderas me hace recostar.
Me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.
Y aunque camine por cañadas y parajes oscuros nada temo
porque Tú vas conmigo.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan.
3.- Otras veces, nos refugiamos en nuestras historias, en nuestras cosas de manera rutinaria y…
Y no saboreamos la novedad sencilla y sorprendente que tiene cada día.
4.- Aquel día –dice el evangelio- estaban los discípulos hablando de estas cosas. De sus cosas. Y fue cuando Jesús se presentó en medio de ellos.
Y estos fueron pasando: del miedo a la sorpresa. De la sorpresa a la alegría. De la alegría a la paz.
Y esa travesía no fue fácil.
Al principio no se lo creían del todo (“y como no acaban de creer...”)
O creyeron que era un fantasma (“Soy yo en persona. Mirad que no soy un fantasma”).
Por eso Jesús tuvo que –(dice el evangelio)- abrirles el entendimiento para que entendieran las escrituras.
Y además tuvo que hacerles unos regalos:
La paz
La alegría
El perdón
Su palabra
5.- A los discípulos se les cambió la cara. Se les abrieron -sorprendidos- los ojos.
Ahora miraban y veían la realidad de otro modo. La realidad era la misma. Pero la mirada era otra.
Y ¡le reconocieron!
Y en lo cotidiano descubrieron lo extraordinario.
En Jesús vieron a Dios.
En el crucificado descubrían al resucitado.
Y la vida se llenó de futuro, de novedad, de Dios…
6.- No quiso Jesús (¡y esto es sobre todo para nosotros! “Sí para mí y para ti sobre todo”)
No quiso Jesús que se quedasen como embobados y vueltos hacia sí mismos. Ensimismados.
Por eso les dijo: “Vosotros sois testigos de todo esto”
Es decir: comprométete y vive la vida:
-con sentido
-con pasión y con compasión.
-Mira la realidad del mundo y lleva lucha y liberación, alegría y paz.
Esfuerzo y compromiso solidario.
-Anuncia con tus gestos un mundo y unas relaciones humanas nuevas y dignas.
Porque tú eres testigo de todo esto.