Un texto antiguo. S Prudencio de Armentia

  • 28 de Abril de 2020
imagen Un texto antiguo. S Prudencio de Armentia

San Prudencio de Armentia.

(De un texto que un día leí y recogí. Autor: ¿Antonio Urbina?)

Seguramente le llegó la noticia del evangelio en un latín depravado, apenas traducido a su idioma: el euskera misterioso de los vascos.
Pero lo cierto es que un día se marcha de casa en busca de un maestro que le enseñe la doctrina sorprendente de Jesús, y le muestre con el ejemplo de su vida el modo de vivir la fe.

Lo más probable es que siguiese el curso de los ríos hasta cruzar el Ebro. Luego, avanzando, atravesó las tierras fértiles de La Rioja y se fue adentrando en la provincia de Soria.
Allí es donde oyó hablar por primera vez de Saturio. Saturio era un eremita, vivía en una cueva. Allí rezaba, meditaba la Palabra y daba testimonio de vida, mientras ejercía un cierto magisterio sobre discípulos inquietos.. Y allí llegó el joven vasco Prudencio y convivió con él durante siete años. Habitan en el silencio, practican la pobreza, cantan a Dios,..
Pero un día muere Saturio. Y Prudencio lo entierra con respeto en el suelo de aquella misma cueva donde habían compartido silencio y paz.

Y sale. Porque sabe que al otro lado de la cueva, en los pueblos, hay hombres, hermanos y hermanas que necesitan oír la palabra de salvación y experimentar el ejemplo vivo de quien han tomado en serio las consecuencias de la fe.
Comienza en solitario su aventura y marcha a Calahorra. Predica. Trabaja por la fe. Es testigo de la paz. Su fama se extiende y crece. Le atribuyen algunos milagros.
Trabaja como sacristán. Más tarde es ordenado diácono.
Pero sobre él se van a precipitar los acontecimientos. Por aquel entonces muere el obispo de Tarazona y el pueblo cristiano elige sin vacilación. Prudencio es ordenado sacerdote y consagrado obispo de Tarazona.

Y según cuentan las viejas actas, aconteció que en la Diócesis de Osma había problemas entre el obispo, el clero, el pueblo…Y descontentos por el mal momento que vivían llaman a Prudencio que tiene fama de ser hombre de reconciliación y de paz.
Y allí llega San Prudencio. Escucha, media, aconseja, anima, contagia paz. Y se enfrían las tensiones y en Osma se empieza a vivir, de nuevo, una convivencia más tranquila. Por ello se le llegó a llamar después “Ángel de la paz”

Tres días después de haber conseguido la pacificación total en el pueblo de Osma, Prudencio se siente mal y quiere volver de inmediato a su diócesis de Tarazona pero la enfermedad le vence y muere.
Así termina la vida de aquel hombre que salió un día de la Vasconia misteriosa y siguiendo el camino de los eremitas que velaban la noche medieval llegó a Soria para terminar como obispo de Tarazona.




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