Desde Evang domingo 15 Marzo 2020

  • 15 de Marzo de 2020
imagen Desde  Evang  domingo 15 Marzo 2020

Un tiempo extraño pero intenso. De silencio y de palmadas de agradecimiento a tantas y tantos. Una oportunidad para el retiro que tantas veces, decíamos, buscar. Un tiempo para el anhelo, no solo para los deseos (El anhelo, esa voz de nuestra identidad más profunda). Un tiempo de, mirando a la ventana, hacer memoria de los que tienen que seguir en la brecha por curar, parar y controlar este virus. Y de los que se sienten aislados en soledad. Y de los que colaboran con los servicios mínimos. Y...

Un tiempo, también, para la oración y la reflexión personal. Hoy con este texto de “La samaritana” (Ver Adjuntos)
Un pasaje para leer despacio.

Todos somos como la mujer que va al pozo. Tenemos sed de Ser, anhelos de felicidad, de plenitud, de Dios.

“Frente a frente
con las palabras justas
y las miradas llenas de amor, con sed
de hondura”
(de un poema deToño Martínez)

Si nos ponemos en esa misma actitud y postura (de la que habla el poema) ...
… Dios entra en diálogo con nosotros/as. Se hace Palabra. No se queda mudo. Responde una y otra vez. Respeta nuestra decisión, anima nuestras búsquedas y compromisos.
No estamos encerrados en nuestra propia soledad, sino abiertos a la vida, a la solidaridad, a nuestro ser más hondo, a nuestro vivir más consciente.

“Si conocieras el don de Dios….”

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Es una mujer. No tiene nombre (la conocemos por “la samaritana”).
Y aquel día llega al pozo de su pueblo, Sicar en Samaría, (donde Jesús se había parado a descansar) a buscar agua. Lleva un cántaro. Es mediodía, la hora sexta.
Y en el diálogo con Jesús va mostrando sus seguridades (el pozo, la tradición-siempre ha sido así, el monte donde adorar a Dios, sus prejuicios (tu eres judío)….
Pero esas seguridades no colman su sed interior, sus deseos y anhelos de Vida y felicidad.
Su vida está afectivamente rota. (Cinco maridos y el de ahora…..)
Probablemente, una marginada social.

Como dijo Pablo Neruda: hay heridas que en vez de abrirnos la piel nos abren los ojos.

El gesto de repulsión del principio ante aquel extranjero que tuvo el atrevimiento de hablarla, pasó a una curiosidad, luego a un interés y por último a un ansia insaciable de conocer.

Es una mujer clara, transparente. Expresiva, emotiva, curiosa, comunicativa.

Pero también víctima de su propia soledad e insatisfacción.
Busca agua fresca.
Por eso, cuando oye hablar a Jesús de un “agua” que calma la sed para siempre, de un “manantial” interior, que “salta” con fuerza dando fecundidad y vida eterna, en ella se despierta el anhelo de vida plena que nos habita a todos: “Señor, dame de beber”
Y así, en el diálogo con Jesús la samaritana va pasando de verle como un judío despreciable, a llamarle Señor y a reconocerlo como profeta y finalmente a reconocerlo como el Mesías, el Cristo.
De hecho, tan absorta quedó con las palabras de Jesús que al final olvidó el cántaro.

Y poco a poco en el encuentro-dialogo con Jesús su conciencia despertó.

Unas preguntas:
1.- ¿Cuál es mi “cántaro” en que pongo mis seguridades? ¿A qué seguridades me agarro?

2.- Para ser más libre, más feliz, más coherente… ¿qué cosas tengo que cambiar en mi vida?
Y si no se pueden cambiar las cosas sí puedo cambiar la actitud. ¿Con qué actitud debería vivirlas?



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