Diálogos. Desde evang 20 marzo22

  • 20 de Marzo de 2022
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1.- Solemos repetir que la Cuaresma es un tiempo de conversión. Pero la conversión no es un tiempo (aunque se dé en el tiempo). La conversión es una actitud. Una actitud de vida.

Convertirse es “volver” “volverse” “darse la vuelta”. Como cuando el hijo de la Parábola, el hijo pródigo, se dijo, cansado y oscuro del camino que llevaba: “voy a volver a casa de mi padre y le diré: Padre he pecado…..”
Un instante para comenzar un proceso. Y luego ya paso a paso. Porque la conversión es un momento de comienzo al que sigue un proceso continuado.

Hoy nos dice Jesús en el evangelio: “Te invito a darte la vuelta, a convertirte. A vivir de otro modo. A gustar y saborear los valores de la Buena noticia del Reino (el amor, el perdón, el servicio, la justicia, la humildad, la confianza en Dios,…)”.
Es decir a vivir en positivo. A descubrir otra forma de vivir más luminosa y más plena.
Porque sino –dice- quedarás en la sombra oscura y mediocre, en poca cosa… Y no crecerás y no tendrás plenitud ni felicidad.
E irás muriendo o peor aun vivirás como muerto.


Y es que uno puede morir por la violencia, por la injusticia de otras personas (y pone un ejemplo el evangelio: aquellos galileos cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios). O (diríamos hoy) por la violencia de la guerra o por cualquiera de las violencias o injusticias de hoy en nuestro mundo

O se puede morir por la catástrofes naturales o…. (Como aquellos 18 sobre los que cayó la torre de Siloé y los mató) O cualquiera de las situaciones y catástrofes de nuestro tiempo y nuestro mundo.

Pero es que también se puede morir uno por no convertirse. Y además, y por ello, arrastrar a otras personas a una vida de mediocridad, sufrimiento, injusticia y muerte.

“Si no os arrepentís, todos pereceréis”
Y no porque Dios nos castigue. Que no. Sino porque nos estaremos situando en el lado oscuro de la vida.

Y es que Jesús ha venido –como el nos dijo-- para que tengamos vida, (“Yo he venido para que y vida en abundancia”). Y para que tengamos luz (“Todo el que me siga no andará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida”).


2.-Como la higuera de la parábola: muchas veces también nosotros, puede ser que tengamos muchas hojas (e incluso buena apariencia) pero luego cuando vamos a ver los frutos, no se encuentran frutos (ni un año ni otro….).

No basta con ser creyentes hay que ser creíbles.


Pero a pesar de todo hay algo que nos salva y es la paciencia grande, la mirada permanente, el cuidado amoroso de Dios.
Un Dios que dice: “Déjala, no la cortes todavía. Yo cavaré a su alrededor y echaré abono, y…”

Abono, que pone en mi vida, en forma de personas, acontecimientos, palabras y La Palabra, situaciones, oportunidades,… que me animan, que me urgen, que me gritan a cambiar, a convertirme, a dar frutos.
Y, sin embargo, a mi la vida se me pasa en un claro oscuro, sin confiar en la luz.

¡Cuánta paciencia hay que tener contigo! –dirá Dios




Cuando cayó la última hoja de mis ramas
cuando sentí que ya la savia se agotaba
cuando olvidé cómo dar fruto
y me rendí a un triste futuro
llegaste tú y me regaste con tu agua.


3.- Hoy Misiones Diocesanas Vascas.
(Desde el Cartel)


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