Desde Evang 18 julio2021

  • 18 de Julio de 2021
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Cuando alguien va a leer un libro que nosotros ya hemos leído o va a ver una película que nosotros ya hemos visto… no es bueno ni recomendable, por nuestra parte contarle el final.

Porque debe ser él o ella el que descubra y se sorprenda con el final, después de haber leído despacio la novela o vista con atención la película.


En el evangelio de hoy, también debemos ser cada uno, cada una de nosotros los que después de leer despacio y atentos el relato descubramos y nos dejemos sorprender por el final.

Vamos por eso primero a empezar por el principio.
1.- “Volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho…”
Los creyentes necesitamos esos momentos donde encontrarnos con Dios. Para contarle lo que hacemos y somos.
Y para sobre todo -a mí me parece- dejar que Dios hable. Estar para Ser. Guardar silencio para intuir, para conocer lo que Dios quiere hoy y aquí de mí. Un diálogo que no solo sean palabras y palabras mías, sino escucha y relación.

2.- “Venid aparte a un lugar solitario y apartado…”
Suena a desierto, más que a un lugar exclusivo de vacaciones. Es esa experiencia de RETIRO, donde el silencio nos conecta con nuestra verdadera identidad Y nos hace ser más conscientes de lo que ocurre.
Pero también el desierto nos habla de superar las tentaciones, de asumir los conflictos, de salir a delante, de salir más fuerte.
(Jesús en el desierto)

3.- Y un tercer momento.
“Muchos los vieron y los reconocieron y fueron corriendo….”
¿Dónde reconozco yo a Dios? ¿En qué o cuando otras personas me reconocen a mí como cristiano y seguidor de Jesús?
¿Hacia dónde corro para seguir los pasos de Jesús?


Y ahora sí.
Si hemos pasados por esos tres momentos podemos sorprendernos, contagiarnos e implicarnos en el final del relato.

“Jesús sintió compasión de ellos porque andaban como ovejas que no tienen pastor”

Sintió compasión, le dolía la situación de aquellas personas, se le conmovieron las entrañas…, al ver que la gente buscaba y no encontraba el sentido de su vida.

La compasión que no es, ni mucho menos, un mero sentimiento de pena o lástima.
Sino el reconocimiento del sufrimiento, que nos mueve a procurar aliviarlo.

De hecho el relato, a partir de aquí, nos sigue y nos habla de la multiplicación de los panes. Con los que pudieron comer mucha gente.

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Con el evangelio de hoy, cerramos este apartado de cada domingo que llamamos "Desde el evangelio...". También en BerriOna cerramos el espacio "La Palabra" (Te dejamos en Ver Adjunto la hoja y el canto de esta semana). Volvemos en las primeras semanas de Septiembre
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