Desde Evang domingo 27 Junio

  • 27 de Junio de 2021
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¿Te ha sorprendido este relato, este pasaje del Evangelio de hoy?

Te digo esto porque dice el evangelio que la gente que aquel día vio lo que había pasado se quedaron: estupefactos, asombrados, como viendo visiones, como fuera de sí, llenos de estupor…. (Según las distintas traducciones).

Y es que hoy hemos escuchado un pasaje contado por Marcos que está cargado de fuerza y de sorpresa.

1.- Jesús se revela como quien devuelve la vida a quienes la habían perdido.
Da la vida, Salva. Resucita.

-Son dos mujeres las protagonistas de este encuentro sanador y salvador con Jesús.
La primera: Es una mujer ignorada y avergonzada de sí misma. Perdida en el anonimato de la multitud. Una mujer declarada (según las leyes de su tiempo) impura. Una mujer frustrada y herida en su ser más íntimo. Está sola.
Sin medios, sin remedio tras una larga experiencia de fracasos médicos. 12 años de sufrimiento personal y exclusión social. Después de haber gastado inútilmente toda su fortuna. Y con la experiencia de que la vida (la sangre) se le escapa irreversiblemente.

La otra es una niña. La hija de un jefe de la sinagoga. Privada de vida cuando comenzaba a vivir. Una enfermedad grave le va matando la vida hasta la muerte.
Una familia sorprendida y destrozada por la muerte de su niña, de su hija.


2.- Es cierto que en nuestra sociedad se va despertando la sensibilidad colectiva y el compromiso ante la agresión y la defensa de la dignidad y los derechos humanos. Y también más concretamente ante las agresiones que la mujer padece.
Crecen las denuncias. Se agiliza el código penal. Se abren servicios de atención, de acogida, de defensa para mujeres maltratadas….
Pero somos todavía poco conscientes del sufrimiento oculto y la tragedia de tantas mujeres frustradas en su ser más intimo de mujer.
Mujeres perdidas en el anonimato de los hogares y las faenas caseras que a veces ni se valoran.
Egoísmos machistas que excluyen y marginan.
Muertes como las de estas últimas semanas.
Salarios y sueldos mas reducidos que atan y condicionan.


Dos historias, las del evangelio de hoy como podían haber sido otras.
Pero dos historias, dos vidas que se encontraron con el Dios que tiene entrañas de misericordia. El Dios que es amor y que todo lo hace por amor.

O mejor decir que se encontraron. Decir que lo buscaron. Superando las dificultades legales, sociales, y de la gente misma que estaba alrededor de Jesús aquel día.

“Si logro tocar aunque solo sea sus vestidos, me salvaré”.
«Mi niña está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva.»

En ambos casos se dan cuenta que la religión antigua (leyes y sinagoga) no les puede dar la vida. Que han gastado toda su fortuna buscando remedios y sentido para vivir y no lo han encontrado. Incluso han empeorado.

En ambos: Los que están alrededor, se mofan o se ríen de Jesús.
(Ves como te apretuja la gente y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"»
(Cuando dijo que “La niña no está muerta, está dormida.» Se reían de él.


Por eso, hoy humildes y con plena confianza en Jesús, llegan donde él. Se fían de él. Tienen fe en él.
De hecho Jesús, con razón, les va a decir:
-“Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y con salud”
Y a Jairo, el padre de la niña: –“No temas. Ten fe y basta”
Lo que les salva es la fe. No solo el contacto físico. (De hecho “todo el mundo le apretuja” –le dicen los discípulos).

En ambos hay una transgresión de la ley, una superación de una religión que estaba encorsetada a las normas y no podía dar vida.

Y en ambos Jesús se mancha, se contamina. (No se podía tocar a una persona declarada impura (como la mujer con hemorragias de sangre) ni a una muerta (como la chica, hija de Jairo).
Dios nos quiere tanto que no tiene miedo a mancharse con nuestros errores. Jesús se pone legalmente en el lado de los “impuros”.

Vamos a meternos cada uno/una de nosotros en esos personajes, en la escena.
Todos tenemos heridas secretas, todos tenemos falta de vida plena.
Y vamos a decirle a Dios. “Ven, pon tus manos sobre mí, para que me cure y viva”

Y vamos, también a aprender de Jesús: Su manera de escuchar, de atender a las preocupaciones de los demás por encima del barullo, su compasión, su compromiso con las personas que necesitan, acogida, escucha, esperanza y vida.
También podemos y debemos ser sanadores, aunque estemos heridos.



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