Desde Evang domingo 26 Julio

  • 26 de Julio de 2020
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A veces digo, o decimos, que creer es “una suerte”.
Una suerte haberse encontrado con el Evangelio de Jesús y de ahí con su persona, su vida, su mensaje, su manera de ser y estar… y de ahí con Dios, el Dios padre-madre, el Dios de Jesús.

Un poco como el hombre de la parábola del evangelio de hoy. Que cavaba su campo y de buenas a primeras, encuentra un tesoro que no quiere perder. O como el comerciante de perlas que va buscando la más perfecta, la más auténtica,… y un día dice: “¡ésta es!
Y venden todo y dejan todo para quedarse con el tesoro, con la perla.
¡Una suerte!

Pero luego pensaba también que no solo es cuestión de suerte o de azar. Sino de consciencia, de compromiso y de decisión por optar. Por elegir una cosa y no otra. Por elegir unos valores y no otros.
Porque hay valores y valores (Y no todos valen lo mismo).
Buscar hasta encontrar y optar.

Somos buscadores… y no debemos perder la oportunidad de encontrar aquello que remueve nuestro interior, que ilumina nuestra existencia, que nos ilusiona cada día...
Buscar apasionadamente ese tesoro escondido sin medir esfuerzos, lanzándonos para lograr esas respuestas que nos acerquen a esa verdad que todos anhelamos.

En esta tarea, necesitamos pistas en las que apoyarnos, un decidido compromiso de acción, (quietos no logramos nada), y, sobre todo, testigos. Esas personas que nos acompañan, que van por delante marcando el camino, que ha sido iniciadores de otras búsquedas...y que han ido encontrando respuestas capaces de dar sentido a sus vidas.

Y otra cosa para encontrar el tesoro y la perla: “Enamorarse del lugar en el que estás”
Porque es aquí y ahora, con tu gente, con tus cosas. Aquí, en este momento que pisas y vives.
Aquí con lo que configura tu historia personal, familiar y social en este momento.
Enamorarse del lugar en el que estás.

Las parábolas de hoy son una invitación a hacer memoria del Proyecto de Jesús de Nazaret.
En un mundo profundamente herido es posible unas relaciones distintas, más humanizadoras, más fraternas. El proyecto del reino de Dios nos visualiza la posibilidad que otro mundo es posible.
En Jesús de Nazaret, en sus gestos, en sus palabras, en sus opciones por los más débiles podemos descubrir que nuestras relaciones y nuestra mirada pueden ser de otra manera.

Impulsemos actitudes que ofrezcan nuevas oportunidades, como la escucha, la acogida, el perdón, la aceptación de lo diferente, ... Y así ampliemos nuestra mirada y nos atrevamos a ir más allá de nuestros miedos y prejuicios.

Impulsemos gestos más humanos como la compasión, la mirada pacificadora, ... descubriendo su efecto sanador, y renovando a través de ellos nuestro compromiso por aliviar el sufrimiento de quienes están cerca de nosotros.

Impulsemos la alegría y confianza y la verdad frente a quienes insisten el cultivar el miedo y la duda y las noticias falsas.
Seamos testigos de un Amor, incondicional y gratuito, que nos anime a empezar cada día de cero y a descubrir lo hermoso y bello que hay en cada uno de nosotros, y en quienes nos rodean.

Invitados a descubrir ese tesoro escondido, esa perla preciosa, que nos impulsa a ofrecer lo mejor de cada uno, y hacer posible ese Proyecto del Reino de Dios, habitados por su Amor.


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En Ver Adjunto, la hoja de “La Palabra” de este domingo.

Con esta “hoja” de hoy (dentro de la sección “Desde el evangelio…”), nos despedimos hasta Septiembre.

Esperando que, (si te has acercado algún domingo a esta página), te hay servido de ayuda y te haya valido para tu encuentro con el evangelio, nos despedimos hasta pronto.


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