Danza Meditativa

  • 20 de Mayo de 2020
imagen Danza Meditativa

"Para mí la danza contemplativa es un momento de encuentro conmigo misma,que me da paz y me conecta con una sensación de agradecimiento, libertad y bienestar".

“Música y danza reposada compartida con personas en sintonía espiritual. En tiempos de quietud, era algo más: un encuentro que me llevaba a conectar con mi yo profundo donde estaba Dios. Otra forma de orar abierta a todo y todos. Mis amigos danzando conmigo se unían al mundo exterior, todas nos uníamos a los seres humanos sufrientes...GRATITUD Y PAZ, así me sentía después de cada sesión”


Con estas palabras comparten su experiencia dos de las participantes en este curso en las sesiones de danza meditativa de BerriOna. Segundo curso en que hemos llevado a cabo esta iniciativa, y que por las circunstancias sanitarias, ha tenido dos formatos.

De Septiembre a Marzo pudimos compartir una sesión al mes, sábado por la mañana en los locales de BerriOna. Sesión que comienza con un tiempo de ensayo y aprendizaje de danzas. Tiempo para escuchar las músicas, dejar que resuenen en el interior de cada una y tomarle el pulso. Tiempo de ir recordando, aprendiendo y repitiendo juntas los pasos, dejando que nos hablen a cada una y nos hagan expresar lo que en ese día la música y nuestro cuerpo nos invita a vivir. Tiempo de ir generando y acogiendo la magia de la energía que cada día, y siempre, se crea entre las que allí danzamos.
Y esa energía continúa en el momento del descanso. Un café, una infusión, alguna fruta, algún dulce, para todas y para celíacas… y sobre todo una buena compañía y conversación. Y para quien prefiere o necesita más silencio, durante el momento-café, la sala queda con música de fondo y posibilidad de descansar allí, reposar lo danzado, escribir, dibujar…
Y por último, vamos volviendo a nuestro espacio, para terminar celebrando lo vivido en la mañana. Una celebración sencilla y profunda. Comenzando con un momento de silencio compartido, tras el que si surge, llega también la palabra con la que expresar a las otras nuestra vivencia, nuestra oración. Y tras la palabra, celebramos danzando. Suena el comienzo de cada música, y si es esa música, esa danza, la que hoy te ha dicho algo especial, enciendes una vela y la acercas a nuestro pequeño altar. Con las velas encendidas, danzamos juntas. Y así con cada danza de las ensayadas ese día, de la primera a la última, no sin antes pararnos a contemplar, y acoger toda la luz que la sesión ha encendido en nuestras pequeñas velas.

Y en tiempo de confinamiento, ¿qué? Pues primero llegó el susto, o el disgusto, o lo que cada una ha ido viviendo. Pero al poco, y gracias a la iniciativa de algunas de las participantes, nos decidimos a seguir danzando, on-line. Cada una en su casa, y la danza en la de todas. ¿Distinto? Sí, pero posible, y de alguna manera generador de energía. Y además, con una novedad, y es que hemos podido compartir este espacio con otras mujeres y hombres de otras ciudades como Madrid, Salamanca o Sevilla. Pequeños milagros que, aún sin ser lo mismo, hacen posible seguir danzando la vida.


Ana G., del equipo BerriOna y responsable de Danza Meditativa


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