Reflexión desde el evangelio del domingo 17 julio

  • 15 de Julio de 2016
imagen Reflexión desde el evangelio del domingo 17 julio

Las dos mujeres, hermanas y amigas de Jesús, expresan dos actitudes, dos facetas de cada uno de nosotros/nosotras, de nuestra propia personalidad.

“Y una mujer de nombre Marta le recibió”

Marta, representa esa forma de vivir agitada y dispersa en hacer actividades. Que actúa un poco por obligación social, por costumbre. Le preocupa el qué dirán. Se mueve buscando agradar a los demás. Quiere causar buena impresión. Se siente necesitada de reconocimiento. Muchas cosas que le des-centran

Marta (o la parte mía/nuestra que ella representa) es un poco torpe para vivir la gratuidad, acoger los imprevistos, dejarse mirar y recibir cariño.
No da por supuesto que la puedan querer gratuitamente.
Le cuesta sentarse a escuchar la Palabra. La actividad le impide escuchar al huésped y con ello dejarse enriquecer por él.

Pero sin embargo: acoge, atiende, sirve, ayuda, se compromete…


“Y una hermana, llamada María, que estaba sentada a los pies del Señor”

El peligro de María puede estar en descuidar su necesidad de valoración y reconocimiento y quedarse ensimismada, pasiva, sin iniciativa…
María escucha pero el texto al menos no nos dice nada de si la cumple.
Podría ser un escuchar sin servir, un acoger el amor sin actuar, una evasión que le impide poner en juego su riqueza personal y su valía.
Un deseo de ser amada que le impida ser autónoma e independiente.
Diciendo “que bien se está aquí” olvidándose de cargar con la realidad diaria y no teniendo ojos para las situaciones sufrientes de la historia.

Pero sin embargo: escucha, contempla, está centrada, rompe la norma de aun siendo mujer acercarse y aprender del Maestro para ser discípula, es libre para escoger…

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Estas dos mujeres están en cada uno. Cada día esas tendencias se enfrentan, se contradicen y se superponen.
Solo una cosa es importante -señala Jesús-: la actitud con la que cada uno viva. A las dos les muestra un camino precioso: el valor de una escucha personal de la Palabra
Marta y María representan dos aspectos de una misma realidad, dos facetas de nuestra personalidad.
Necesitamos de las dos. Dos polos opuestos que integrados nos hacen vivir al aíre del Espíritu.
Sin María no seremos capaces de relaciones profundas. Sin Marta no desplegaremos en nuestra actividad toda la valía que llevamos dentro.


Escuchar y servir. Escuchar para servir. Contemplación y acción… Esta combinación ya tiene un nombre y proyecto de futuro. Se identifica como “Espiritualidad de ojos abiertos” También la podemos reconocer como Espiritualidad con compasión o misericordia con los que sufren.


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