Muchas veces no hablamos. O no sabemos qué decir. Otras muchas nos callamos ante los atropellos o injusticias claras que ocurren a nuestro alrededor. Nos callamos por miedo o por el qué dirán o porque no quiero líos.
O somos sordos ante los gritos, los dolores o preocupaciones. O nos hacemos los sordos (No hay peor sordo que el que no quiere oír)
Por eso es bueno que nos dejemos tocar por Dios y atender aquellas palabras de Jesús que dicen: “Ábrete”
Ábrete y no te quedes encerrado en : "mi tiempo, mis cosas, mi familia, mi casa, mi…"
Ábrete a esa actitud de ofrecer, de dar, de compartir: palabra, presencia, tiempo, manos…
Ábrete. Escucha. Ve. Ábrete
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“Para no ser mudos hay que empezar por no ser sordos” decía Eduardo Galeano.