Yo también me quiero sumar a esa multitud enorme de personas, hombres y mujeres, que hoy, y a lo largo de la historia, hacen visible y posible a Dios entre nosotros.
Me da miedo decirlo porque me considero poca cosa. Pero me atrevo a sumarme desde mi debilidad a ese Misterio en el que muchos de vosotros también estáis.
Esa corriente que comenzó con el sí de María y con su decisión libre y comprometida. Y que continúa.
Esa disponibilidad, la del “sí”, que lleva consigo = La escucha, el diálogo y la libertad personal.
La vida nos seguirá sorprendiendo con nuevos aconteceres. Dio nos seguirá llamando con esa primera palabra suya: ¡alégrate! ¡no temas!
Ahora es nuestro turno, nuestro tiempo, nuestra responsabilidad… para hacer posible, visible y creíble la presencia de Dios.