Un día uno/una descubre el Evangelio, el mensaje de Jesús, y se convierte y se siente seguidor/a suyo. Es entonces cuando recibes de vez en cuando (mejor que sea más veces que menos!) unos fogonazos de luz que te dejan sorprendido, a veces asustado. Pero que siempre llenan de luz la vida, tu vida.
Es luz, reflejo de la luz de Jesús (“Yo soy la luz…”), nos llega desde la vida y sus acontecimientos diarios (personas, situaciones, acontecimientos…). Hay que estar atentos y perspicaces para ver que nos quieren decir. Qué nos dicen y de qué nos hablan.
“Escuchadlo”
Y “no quedarme –como dice una canción- sin apenas arriesgarme en mi ‘tienda’ acomodada. Pensando que ya vivía el compromiso y la justicia pero estaba amortiguada”
Escuchad. Escuchadlo.
Pues Dios es el silencio del cual proceden todos los sonidos.