Desde Evangelio domingo 30 Abril

  • 29 de Abril de 2017
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Emaús es una experiencia.
Es la historia de una experiencia.
Es algo para ser vivido y descubierto. No es una reflexión que alguien hace. No. Sino es algo que tiene que ver con la vida entera.
Porque Dios no se mete en nuestras cabezas sino en nuestro corazón.
Y se nos manifiesta en el camino normal y diario. Incluso cuando ese diario es más oscuro. Y también en aquellas ocasiones donde las cosas y la vida se nos tiñen de pesimismo y de frustración.

Aquellos hombres se vuelven. Vuelven a Emaús y abandonan Jerusalén. Y “comentaban lo sucedido”
Reconocen haber tenido una gran esperanza, una gran ilusión que ya se ha disipado. “Nosotros esperábamos que él fuera el futuro libertador de Israel, pero ¡ya ves!”
Se han desencantado.
Y es que a veces la vida es dura y la realidad difícil de transformar.
Y la cruz es muchas veces, como fue para ellos y también para nosotros, el fin de toda esperanza.

Van cansados y desanimados PERO poco a poco su vida se va transformando. Van recuperando la ilusión.

Al principio ni siquiera reconocen al Resucitado.
Pero el camino, la conversación y el tiempo fueron serenando su ánimo. Y comenzaron a ver con más claridad. Empiezan a mirar con otros ojos. Y se van dejando sorprender por las palabras, por las personas, por la vida, …

¡Dejarse sorprender!
¡Confiarse!
Y en medio de la experiencia y del camino de la vida… el Resucitado, Dios sale al encuentro.

Y se van dando cuenta que aquel que les había acompañado y había ilusionado su vida (“¿no ardía nuestro corazón?”) va empujando su voluntad para cambiar de dirección (se volvieron a Jerusalén) y hasta convertirse en testigos animosos de lo que han visto y vivido.

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(Hoy descubriremos este pasaje y compartiremos lo que nos dice en “La Palabra” .Como cada sábado a las 19,00h en el centro pastoral BerriOna)

En VER DOCUMENTOS, hoja de hoy.


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