(Desde el evangelio del domingo XV T.O. ciclo C. --13 Julio-25)
Los tres van por el camino. Los tres ven a la persona medio-muerta.
Pero la reacción de cada uno es distinta. ¿Por qué? Porque es una forma distinta de ir por el camino. De ir por el camino de la vida.
Los dos primeros, el sacerdote y el levita, “dan un rodeo y pasan de largo”.
Pero el samaritano, sin embargo” -dice el evangelio que- “se acercó”.
Que es distinto de dar un rodeo.
Y este acercarse desencadena en él el tener compasión, en hacerse compasivo “Al verlo tuvo compasión”
Compasión que le llevará, que le lleva, a actuar.
También nosotros/as vamos de camino (de camino por la vida), estamos en el camino (en el camino de la vida).
Y… si no nos acercamos, no vemos.
Si no nos acercamos a las realidades de las personas que viven “medio-muertas”. Que viven situaciones graves de soledad, sufrimiento, enfermedad, exclusión, pobreza, …etc. No vemos.
Y si no vemos, no sentimos. Y si no sentimos (sus gritos, protestas, silencio, o…) no nos sentimos ligados a sus problemas.
Dijo M Luther King en uno de sus discursos:
“Quizás la pregunta que se hizo el sacerdote, y la pregunta que se hizo el levita también fue: “Si me detengo a ayudar a este hombre ¿Qué me va a pasar a mí?”.
Pero el buen samaritano invirtió la pregunta: “Si no me detengo a ayudar a este hombre ¿Qué le va a pasar a él? ¿Qué pasará con él?”
Tuvieron miedo de correr su misma “mala suerte”, o temieron quizás que fuese un engaño, o…
Fuera cual fuese la razón el sacerdote y el levita pensaron en sí mismos y se eligieron.
Al contrario que el samaritano que, ante la misma situación propia de peligro y de necesidad del otro, decide a favor de aquella persona medio-muerta.
El acercarse generó en él ese sentimiento, esa actitud, ese estilo de hacer que es la compasión. (El estilo de Dios que es compasivo y misericordioso)
Compasión que como sabemos no es lástima ni pena (¡pobre hombre!, ¡qué pobre…!).
La pena y la lástima que además casi siempre ponen disculpas. “Es que…”
La compasión es esa actitud que no es estática sino dinámica que nos mueve a la acción. Al hacer algo para solucionar la situación.
Y así, de hecho, el samaritano del Evangelio de hoy: “Vendó” (sus heridas. “Echó” (aceite y vino). “Lo montó” (en su cabalgadura). “Lo llevó” (a la posada). Cuidó (de él). Pagó (al posadero)…..
El movimiento de compasión entrañable se convierte en acciones concretas orientadas a erradicar el sufrimiento o al menos a aliviarlo.
¿Cuándo y cómo nos acercamos a los demás? Y ¿con qué actitud? ¿A quienes nos acercamos y ante quienes pasamos de largo? –Sería una de las preguntas del evangelio de hoy.
Sí. Ya sé que duele esta parábola. Pero nos sirve para abrir los ojos. Y ya es muy importante y está muy bien.
Y por último, no es el samaritano el que salva al hombre medio-muerto es el medio-muerto el que le dio vida, dignidad y humanidad al samaritano que le ayuda.