Diálogos desde Evangelio 8 Junio25 Pentecostés

  • 08 de Junio de 2025
imagen Diálogos desde Evangelio 8 Junio25 Pentecostés

Domingo Pentecostés (Juan, 20, 19-23)

Hay una historia antigua y muy bella que nos habla de la creación del ser humano. Está en la Biblia. En el primer libro de la Biblia y dice que: Dios modeló al hombre, al ser humano, del-con barro de la tierra. Luego sopló en su nariz aliento de vida. Y así se convirtió en un ser viviente. (Su nombre es Adán)
Soy barro, soy frágil, somos frágiles. Lo sabemos por propia experiencia. En cualquier momento nos podemos desmoronar.
¿Cómo caminar con pies de barro? ¿con ojos de barro? ¿con corazón de barro?
Sin embargo Dios puso en este barro su aliento. En mi interior hay un aire, un espíritu… que me hace vivir y soñar y crear y creer. Y ponerme de pie y empezar de nuevo. El Espíritu que nos sostiene como la raíz al árbol.
Es el soplo, el aliento que Dios puso en nuestra vida. Su espíritu vivificador.

Hoy Jesús –(como nos cuenta el evangelio)- reactualiza aquella experiencia humana. Con Jesús y en su resurrección se da la nueva creación.
Al enviar a sus discípulos SOPLA su aliento sobre ellos y les dice: “Recibid el Espíritu Santo”
Espíritu que es aliento, fuego, llama, fuerza, viento, ánimo, paz,… novedad…
Toda palabra es buena pero a la vez incompleta para expresar esa profunda experiencia humana y experiencia de Dios.
Jesús nos da un regalo: su Espíritu. “Recibid el Espíritu Santo”

El Espíritu no es algo así como para decir: ¡que feliz estoy, que contento! No. Es algo más.
No es cualquier sensación placentera. No es cualquier espíritu. Es el Espíritu de Jesús. Aquel que le llevó a él a “llevar la Buena Noticia a los pobres”


El que me empuja a ser testigo de misericordia ante el dolor, la injusticia y el sufrimiento de tantas personas.
El que me incomoda y cuestiona mi modo de vivir, de actuar y de relacionarme.
El Espíritu no es una nube vaporosa. Sino una fuerza que ha de acoger nuestras miserias, nuestra mediocridad para transformarlas. Que tiene que acoger todo lo vulnerable. Y por tanto, abrir mi vida a los otros y a todo lo vulnerable, a todo lo doliente que tiene nuestro mundo.
No puede haber espiritualidad sin encarnación (por decirlo así).


Hoy, Señor:¡Acojo agradecido tu regalo. Y me pongo al viento de ese tu Espíritu!
Y es que recibir –decíamos el jueves pasado en la sesión de la Palabra- recibir conlleva otro movimiento que es de acoger, estar en disposición de acogida, querer acoger.

Jesús se hace presente en medio de sus discípulos y les desea la paz.
Les muestra las heridas.
Les recuerda el valor del perdón
Y les envía a continuar la misión.
La misión, como la de Jesús, es liberar, dar paz, personar, dar vida hasta la entrega total.
Los pobres del mundo y el propio planeta necesitan (hoy más que nunca, con la situación que tenemos encima del genocidio y masacre de Gaza, y la….etc.. ) creyentes que aúnen la audacia de la denuncia y las buenas obras.

“Hoy, Señor:¡Acogemos agradecidos tu regalo. Y nos ponemos al viento de ese tu Espíritu!”


  • Diálogos desde el Evangelio / Ebanjelio-Elkarrizketak
  •    

Redes sociales